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Dicen las malas lenguas que tengo una apariencia de grinch pero como este es mi derecho de réplica lo utilizaré a mi favor, soy un tipo exepcional, increible, jajja ´naa; Soy muy entregado a las relaciones de amistad, de pareja, a lo que hago, la escuela, trabajo etc. y cuando pierdo el intéres ya valió; bailar es mi pasión así sea en un escenario o en la pista de baile, siempre he querido ser un go-go dancer, ja ja!; me desespero muy facíl, nome gusta estar en un solo lugar mucho tiempo siempre estar activo; aunque no lo crean adoro a mi familia, mis hermanos, mi madre y mis dos nenas Ady y Coti...Quieres conocerme más? »

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Un día en el metro

miércoles, 20 de mayo de 2009



Para un provinciano como yo, no es normal transportar en el metro de la Ciudad de México muy seguido, que decir de este singular medio de transporte que día a día traslada a miles de personas, algunos a sus trabajos, las escuelas, a talonear, al centro, o simplemente a ligar, ese es uno de los mitos urbanos del que me entere mientras compraba mi boleto en la estación Insurgentes para acceder al anden; abordo uno de los vagones de manera rápida y apresurada como todos los usuarios, buscando rápidamente un asiento, realmente no me dan ganas de sentarme, prefiero observar a las personas, tantas vidas, tantas historias que se pueden contar en un mismo tiempo y espacio, cada uno con sus propios problemas, éxitos, ilusiones; mi destino Ciudad Universitaria, son las 4 de la tarde de un martes del mes de marzo cuando me dispongo a emprender mi viaje largo, pues de Insurgentes tengo que transbordar a la línea verde en Balderas que no es muy lejos pero de ahí a C.U. me aventare un buen rato, hasta ahí todo normal, los empujones para poder subir ya los tengo dominados, un buen lugar cerca de la puerta no esta mal, algunos ya vienen de sus trabajos, me imagino la travesía que ha de pasar alguien que trabaja cerca de Chapultepec y vive en Iztapalapa, un verdadero reto; siguiendo con la historia, me siento de lo más normal, joven, aunque solo llevaba mi cámara fotográfica me sentía en familia pues la mayoría de los usuarios llevaban mochila, pero hubo uno en particular que capto mi atención por completo y no es, ni será la única vez que lo haga, llevaba a sus espaldas una mochila, de la cual emitía música y dije – que pex!, no llevara libros pero que potente sonido tiene su ipod!- y al poco momento empezó a rezar todo un texto ya memorizado como todos los de su camada a vender el último disco del momento, “5 mil 324 canciones de su artista favorito por solo diez pesos, llévelo, llévelo”, ni su fuerte volumen puede despertar a aquella muchacha que va dormida hasta el final del vagón, se ve que tuvo buena fiesta la noche anterior.

Faltando unos cuantos minutos para que den las 5 de la tarde y después de cabecear un buen rato, por fin llego a C.U. y me dispongo a tomar nuevamente un transporte más, esta vez el pumabús, pero, depende a donde vayas es la ruta que debes de tomar, en esta ocasión me toco hacer fila en la línea 3 que es la cultural, me dirigía específicamente al MUAC; después de esperar cerca de 25 minutos y con la desesperación de tomar otro camión y secuestrarlo para llegar lo más rápido posible pues ya iba algo retrasado de tiempo, por fin aparece el micro y se llena como lata de sardinas; después de unos 15 minutos de recorrido llego al centro cultural de la UNAM, donde se encuentra el imponente museo de arquitectura moderna al cual no podía dejar pasar la oportunidad de visitarlo, camino de manera triunfal por la explanada para llegar a la entrada del recinto, un poco indeciso, si bajar por el elevador o las escaleras, elijo la segunda opción y al entrar por la puerta eléctrica, un vigilante me detiene, ¿A dónde va joven?, al museo, respondo con toda seguridad, a lo que responde, - los lunes y martes esta cerrado – se me vino a la mente toda esa travesía para llegar al museo y no poder entrar, pero eso no es todo, lo pero esta por comenzar.

Decido quedarme un rato, había algunas funciones de cine noruego, podría entrar a la función de las 6 de la tarde pero decidí regresar, pues quede de verme con un amigo a las 7:00 pm y apenas llegaría a la cita, nuevamente espero el camión, esta vez menos de 5 minutos llego a la estación y esperar a que llegue el metro, pasan 5 minutos, 10 más y se escucha el altavoz, “a todos los usuarios, se les informa que el servicio será un poco lento pues tenemos algunos problemas, por lo que el metro tardara un poco”, lo que me faltaba, veo la cara de todos los usuarios, unos deciden irse, otros más se tiran al suelo, yo simplemente espero, pasan algunos minutos y la gente se va a acumulando, algunos se abanican pues el calor se hacia mas notorio, justo a las 6:38 por fin aparece el metro; todos se dejan ir como si fueran la barata de Zara.
No me queda más que dejarme llevar por la borregada y me acomodo en un rincón cerca de la puerta, comienza a avanzar y en la siguiente estación suben más personas, el metro esta a su máxima capacidad, justo frente a mi queda una pareja, ella no tenia más de 18 años, el, casi el triple de edad, podría jurar que era su papá salvo por las caricias que se daban, un padre no le mete mano a su hija, al otro lado un señor que venia del colado, y finalmente un joven que podía distinguir perfectamente su loción, Ck One, un poco pasada de moda.

Pasamos por Viveros, Coyo, Zapata, División, y no tenía para cuando disminuyera la población, durante el transcurso recuerdo las palabras de mi madre, “ten cuidado, en el metro roban” y como todo provinciano agarre mi cama lo más fuerte que pude, el bolsa de un costado de la funda guarde el celular y discretamente del otro lado la cartera, uno nunca sabe y menos en una ciudad desconocida.



Faltan dos estaciones para llegar Balderas, como pude me fui mezclando entre la gente para poder llegar a la puerta y poder salir por fin de la multitud, fue un poco complicado pues las mochilas, los bolsos y la gente que no te deja pasar son unos verdaderos retos de deporte extremo, por fin nos paramos en Balderas y no necesito caminar, la misma gente te va empujando para salir.

Con 30 minutos de retraso decido llamar a mi amigo para decir que llegaré un poco más tarde, las razones ya las sabe; camino hacía el anden de la línea rosa que me llevara a Insurgentes, abordo uno de los vagones, que por cierto ya no tan saturados, se puede observar a la gente de manera más detallada, nunca falta alguien que se queda dormido y se da tremendo golpe con el tubo, o una pareja fajando en e rincón. la persona que se queda dormida de pie y se pega contra uno de los tubos.

Por fin, de regreso después de los golpes, manoseadas, retrasos, corajes, robos, cada personaje listo para una peli de Almodóvar o de Star Wars, y eso si, un sudor como si hubiera corrido el maratón que suele organizar últimamente el gobierno del DF; después de pasar el mayor tiempo de mi tarde en el metro y fracasar en el intento de cultivarme un rato, me dirijo hacia Reforma 222 donde desesperadamente esperan ya varios amigos para cenar, llego pido unos deliciosos makis del sushi-itto para después tomar unos tragos coquetos, claro antes pase al hotel a darme un regaderazo, uno nunca sabe.

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